viernes, 19 de junio de 2009

Diamante y carbón.

Diamante y carbón.

¿Qué te parece si yo te llamo diamante?
Siempre brillando hacia los ojos de todos,
buscando una argolla de brazos cariñosos
donde pudieras entregar completa tu sangre.

Despertabas en los ojos la terrible hambre
de ver una vez más tu cuerpo diamantino,
de perderse de nuevo en tus ojos topacios,
y de en esos labios de rubí un beso darte.

Y buscabas encontrarte con otro de tu clase,
alguien que reflejara al sol como tu a la luna,
que pudiera crearte la tan anhelada urna
donde tu felicidad de poco hacia el mar zarpe.

De ahí que no miraras al carbón despedazado,
al que Coyolxauhqui y Tonatiuh al olvido dejan,
el que en toda esta tierra humilde se encuentra
y que al fuego se enfrenta estando ya condenado

Y no sólo eso, sino que es guardián del futuro,
un guardián que ha de morir para abrirle paso
y de cuyos restos heroicos queda un leve rastro
marcado por una estela de victoria y humo.

Mientras el diamante por su infinita belleza,
esta condenado a una eterna esterilidad,
a sumirse en la inoperante cotidianeidad
de ser alabado por todos de forma perpetua,

A tu cuerpo lo inunda y sostiene la niebla
permitiendo que reflejes una delgada lluvia
que tu brillo solitario en ocasiones nubla
porque extrañas tu carbonífera naturaleza.

Extrañas que un beso te incendie todos los huesos,
que tus palabras a la indiferencia quemen,
que tus manos un corazón triste calienten
y dejar que un amor te consuma por completo.

Pero preferiste volverte un frío y triste diamante
y acusas a la presión de todo tu universo por ello.
Bien sabemos tu y yo que ese es un simple pretexto
y que te dejaste seducir por aquellos traficantes
que te prometían ser un destello más en el cielo.

Y mientras yo sigo aquí, mirándote desde el suelo.

jueves, 4 de junio de 2009

Cuando nos falla el olvido

Creo que este poema no necesita una introducción así que ahí va:
Olvido fallido.

Cuando las voces se van apagando
y no quedan sino soledades mudas,
el recuerdo difuso de tus labios
me invade y a mis oídos inunda
con tu voz grabada pero sin ser tuya.

Y si el cielo deja su azul de siempre
y se torna rojo todo el horizonte,
tus ojos se me aparecen inconformes
por que parezco feliz contigo ausente.

Cuando el cielo decide soltar su llanto
y nos ahoga con su amable tristeza,
siento de nuevo tus lagrimas saltando
de tus ojos al abismo entre tu cabeza
y la mía, que quería estar más cerca.

Es más terrible cuando el asfalto hierve
derritiendo todos mis pensamientos,
ya que queda solitario en mi mente
el reflejo de tu generoso cuerpo
que antes descongelaba mis adentros.

Pero en las noches realmente sufro,
pues la terca memoria traicionera
me hace ver en el cielo nocturno
tu hermosa y rebelde corona negra
que antes sujetaba entre mis dedos.

Entonces la razón me dice susurrando
que deje de engañarme por un momento
y permita al corazón hacerme ver claro
que por mas que hiera a mi fiel orgullo
tu amor aun me sigue siendo necesario…